Pocos libros me infunden tanto respeto y admiración como este que tengo ahora entre mis manos. Lo compré estando en un viaje de trabajo en una gran capital española, y como ya había leído todos los libros que llevaba encima y ninguno de ellos merecía ser releído, necesitaba algo más denso para compensar el mal sabor de boca que me habían dejado, además de la necesidad de tener algo con qué ocupar las casi seis horas que me esperaban en el viaje de vuelta.
Decidí ir a la estación caminando hasta encontrar alguna librería donde poder comprar algo nuevo para leer, y tuve suerte porque no tardé mucho en topar con un pequeño quiosco con mucha prensa y, como no podía ser de otra forma, con un gran número de best seller en su escaparate. Entré buscando algo de calidad a buen precio, por lo que me dirigí a la estantería giratoria con libros de bolsillo situada al fondo del establecimiento. Y aunque sólo esperaba encontrar novelas de ciencia ficción, para mi sorpresa, entre los muchos ejemplares románticos encontré unos cuantos de una conocida colección de autores americanos en su versión de bolsillo, lo cual me obligó a, en apenas unos segundos, tener cuatro libros en una mano y mi tarjeta de crédito en la otra.
Ferdinand Holder. El lector, c. 1885 (Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid) |
Las tapas de los libros estaban algo deterioradas y se notaba que llevaban mucho tiempo esperando a que algún despistado como yo los encontrara. Aunque lo que me decidió a adquirirlos fue el apellido de sus autores, escritores con un prestigio incuestionable, aunque en realidad fue uno solo de ellos el que me ayudó a confirmar la compra. Su autora recibió el premio más prestigioso que se puede conceder a un escritor, garantía de calidad literaria aunque sabía que no por ello de amenidad en su lectura. Otro importante factor que me acabó de ayudar a decidir fue su título, de tan sólo una palabra de origen inglesa y referente importante a otro de mis hobby, y por el cual tengo un cariño muy especial.
Su encuadernación era bastante pobre y, aún siendo de bolsillo, sus tapas estaban bastante mal diseñadas (algo que últimamente los editores suelen evitar en las ediciones de bajo presupuesto). Y es que tengo que admitir que, aún siendo diseñador gráfico de profesión, pocas veces me ha interesado un libro por su cubierta, como tampoco lo he buscado casi nunca por su sinopsis. Y es que para mi, una condición indispensable para que un libro despierte mi interés es el "cómo" su autor cuenta o describe algo y no el "qué" cuenta. No me importa lo que cuenta, si estéticamente su forma de hacerlo es mínimamente interesante u original, o su prosa puede llegar a emocionarme.
Así como tampoco nunca he permitido que me guste un escritor sólo por su nombre, o fama, o por las críticas literarias favorables recibidas. Podría hacer un buen listado de escritores célebres, aclamados por la crítica nacional (e internacional) y superventas, pero de los que no soporto leer ni una sola línea de lo que escriben. Aunque esta vez no fue el caso, sabía que su literatura iba a ser algo compleja, difícil, pero enriquecedora, y desde la primera página mis expectativas fueron superadas, y con creces.
Y no sólo en su primera página sino con sus primeras frases conseguí introducirme en un mundo de extrañas y densas atmósferas, un lejano lugar descrito de forma reconocible y emocionalmente cercano. El texto describía un espacio de sentimientos encontrados, de sensuales personajes con conflictos raciales, envueltos en sangrientas historias, en venganzas bañadas en sudor, sangre y alcohol. Una prosa densa y poética, con tramas y estructuras narrativas enlazadas y enredadas entre sí. Donde los orígenes se intercalan con tus vivencias, y los inicios son duros para todos aquellos que lo tienen casi todo en contra. Unos recuerdos históricos, donde la trama eleva de tal forma la temperatura mientras avanzas en su lectura, en su parafraseo, que sientes cómo la falta de aire se convierte en tu forma de vivirla.
Entonces empecé a entender el por qué de mi forma de ser, el por qué esa maraña de textos, de historias de amor, violencia y supervivencia me entusiasmaba tanto y en cambio aquello que todo el mundo leía y que tenía una trama igual o más compleja no me gustaba en absoluto. Entendí que el exterior, la apariencia o la forma de venderse públicamente es lo que menos me interesa en un libro, en una historia, en la vida. Que la encuadernación, el acabado y el diseño no me sirve de determinante de compra, que mi interés sólo está en el contenido, no el continente. Y cuando un libro de bolsillo tiene unas bases literarias sólidas, ¿por qué me tengo que preocupar por esas frágiles tapas?
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