Qué difícil es escuchar sus palabras llenas de promesas, sus vacuos discursos, sin mostrar mi profundo desdén y, mientras, ver como todo se pudre a nuestro alrededor.
Qué curioso es haber sido toda la vida un incrédulo y descubrir avergonzado que siempre he estado creyendo en sus necias e inconcebibles falacias.
Qué terrible porvenir nos espera cuando la fe ha sido, y sigue siendo, el único camino para augurar un futuro mejor, una fe de la que no reniego pero a la cual no exijo nada.
Qué oscuro horizonte vela nuestra vista que nos impide descubrir la verdad, una única verdad que no hiere, que tan sólo insulta, divertida, mientras la ignoramos y olvidamos.
Qué triste es pensar que no existe un futuro, que sobrevivimos atrincherados en un incierto presente esperando impávidos desde la comodidad del cobarde a que algo cambie.
Qué difícil, curioso, terrible, oscuro y triste es saber que no nos importa vivir en la oscuridad aún sabiendo que está en nuestras manos iluminar nuestro futuro.
Qué curioso es haber sido toda la vida un incrédulo y descubrir avergonzado que siempre he estado creyendo en sus necias e inconcebibles falacias.
Qué terrible porvenir nos espera cuando la fe ha sido, y sigue siendo, el único camino para augurar un futuro mejor, una fe de la que no reniego pero a la cual no exijo nada.
Qué oscuro horizonte vela nuestra vista que nos impide descubrir la verdad, una única verdad que no hiere, que tan sólo insulta, divertida, mientras la ignoramos y olvidamos.
Qué triste es pensar que no existe un futuro, que sobrevivimos atrincherados en un incierto presente esperando impávidos desde la comodidad del cobarde a que algo cambie.
Qué difícil, curioso, terrible, oscuro y triste es saber que no nos importa vivir en la oscuridad aún sabiendo que está en nuestras manos iluminar nuestro futuro.
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